¿Alguna vez llegas a conocer de verdad a otra persona?
Hablamos de «otras personas» —de enamorarnos de ellas, de tener una relación con ellas, de estar en conflicto con ellas, de que se ha terminado nuestra relación con ellas, de haber estado o ir a estar con ellas, de entenderlas, de tenerlas y perderlas—, pero ¿alguna vez tenemos una verdadera percepción directa de ellas como personas que están fuera de nosotros, o acaso nuestra percepción de los demás es siempre inseparable de nuestros propios relatos —de nuestros propios pensamientos, creencias, convicciones, proyecciones prejuicios— acerca de ellos? ¿Es «el otro» realmente «otro» en nuestra experiencia? ¿Está verdaderamente separado de lo que somos nosotros?
Así como nunca tenemos realmente una percepción del mundo exterior —de un mundo que exista fuera de la experiencia presente, como ya hemos visto—, ¿percibimos alguna vez a otras personas como si estuvieran «fuera» de nosotros? Cuando nos relacionamos con alguien, ¿con quién nos relacionamos en realidad? ¿Lo hacemos únicamente con la imagen que hemos creado de esa persona, y no con la persona que en realidad es en el momento, aquí y ahora? ¿Acabamos pasando por alto a quién tenemos delante tal como es en este momento, empeñados en aferramos a nuestro relato acerca de él, a nuestra propia versión de quién es? ¿Vemos siempre a los demás a través del filtro de la historia y el futuro, y nos perdemos lo que está presente?
¿Quién es tu amigo, tu pareja, tu madre, tu padre, tu hermano, tu hermana cuando los ves sin el relato sobre quiénes son —sin tu relato sobre lo que creen o no creen, lo que les gusta o no les gusta, lo que han hecho o no han hecho, lo que han dicho o no han dicho, cómo te hicieron daño, te elogiaron o te ignoraron— en el relato que te
cuentas de tu vida? ¿Qué ocurriría si os encontrarais, aquí y ahora, más allá de todos los datos del pasado? ¿Qué ocurriría si os encontrarais, aquí, por primera vez, sin expectativas, sin decepción, sin esperanza siquiera? ¿Qué ocurriría si te encontraras con la persona que está de verdad aquí, y no con la que imaginas que está aquí? ¿Qué significaría que os encontrarais —que os encontrarais de verdad— sin historia, sin proyecciones, sin imágenes?
Tranquilo, no estoy sugiriendo en absoluto que nos deshagamos de los relatos que tenemos los unos de los otros, que nos olvidemos del pasado, de los detalles que conservamos unos de otros en la memoria, de nuestros nombres, del papel que desempeñamos los unos para los otros, etcétera. Estoy sugiriendo que, cuando vivimos únicamente en nuestros relatos recíprocos, acabamos por no percibir lo que hay realmente aquí ahora mismo. Al aferrar me firmemente a mi relato sobre ti; al aferrarme firmemente a los recuerdos, a los prejuicios, a mis ideas condicionadas sobre quién eres; al verte como personaje separado que se mueve a través del tiempo, no te veo como eres ahora,en este momento. No veo a la persona que tengo realmente delante de mí. Estoy tan encerrado en una imagen de ti hecha de pasado —en mis ideas de quién eres, en las expectativas que tengo de ti, en los desengaños que he tenido contigo, en los miedos que me provocas— que no te veo en realidad como eres, no oigo en realidad lo que me estás diciendo ahora mismo. Valoro el pasado por encima de tu percepción y experiencia del mundo en el momento presente. Es como si ya supiera quién eres, lo que vas a decir, lo que estás pensando, lo que vas a hacer, lo que crees, lo que quieres, incluso antes de que abras la boca. Todos los prejuicios empiezan aquí.
(Jeff Foster de su Libro La mas profunda Aceptación).